Comencemos con la definición de
"murmuración" según la Real Academia Española:
- Otra definición para complementar la
anterior:
“Comentario que se hace de una persona que no está presente, tratando de que ésta
no se entere y con la finalidad de
hacerle daño o de molestarla.”
- Sinónimos de murmuración: son
habladuría, rumor, chisme o cotilleo.
La murmuración es tan común que no nos
damos cuenta cuando la practicamos.
“Yo no quisiera hablar de esto pero…”
“No se los digas a nadie …”
La costumbre de murmurar es una de las
enfermedades más sutiles y comunes de la lengua pero las cicatrices que puede
dejar son muy feas.
Como dice la expresión: “Es más fácil
soltar el gato que atraparlo”.
Una vez se ha soltado un rumor es casi
imposible retenerlo. Podemos sentirlo y ser perdonados por Dios; pero no
podemos preveer ni deshacer las consecuencias de una murmuración.
La Biblia nos advierte que las palabras que
dices acerca de otras personas irán a su conocimiento:
Eclesiastés 10:20 (RVR1960)
20 Ni aun en tu
pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del
rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán
saber la palabra.
Es casi imposible hablar mal de alguien sin
que la persona afectada lo sepa.
Otro texto bíblico nos advierte también con
el hecho de que podemos arruinar una amistad por practicar la murmuración:
Proverbios 17:9 (RVR1960)
9 El que cubre la
falta busca amistad;
Mas el que la divulga, aparta al amigo.
Mas el que la divulga, aparta al amigo.
Una buena regla: “Si no quisieras decirlo
en su cara, no lo digas”
﹡ La murmuración es
falta de amor ya que nadie puede murmurar acerca de otra persona y amarla al
mismo tiempo.
Aun cuando lo que decimos pueda pasar con
éxito la prueba de veracidad todavía debe pasar la prueba del amor.
1ª Cor. 13:6 “El amor no guarda recuerdo de
los daños, ni se revuelca en los pecados de otros, sino que se deleita en la
verdad”
El amor se alegrará al referir buenas
noticias, pero se abstendrá de revolcarse con deleite en lo malo.
¿Qué dice la Biblia que debemos hacer
cuando alguien cae en pecado? ¿dice que tenemos que esparcir la noticia por
toda la ciudad?
Gálatas 6:1 (RVR1960)
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
﹡ Cuatro razones del
por qué murmuramos
1.- Murmuramos porque nos falta sana
confianza propia y propio respeto.
Cuando nos sentimos inseguros y amenazados
somos más inclinados a esparcir murmuraciones en contra de otros.
Quitando el brillo de la corona de algún
otro queremos hacer brillar de un modo más notorio la nuestra; rebajando a
otros nos parece que nosotros crecemos.
La solución no es tan solo cesar de rebajar
a otros, sino empezar a subir nosotros mismos.
Mateo 22:39 “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”
Eres una persona valiosa y preciosa. Dios
te creó a su propia imagen y, cuando esta imagen se estropeó por el pecado,
mandó a su Hijo a morir por ti; cuando crees tienes al Espíritu Santo en tu
vida y tenemos la esperanza de un día estar con Él para siempre.
2.- Murmuramos porque no tenemos nuestras
mentes suficientemente estimuladas con otras cosas más importantes.
Carlos Allen, en su libro: “Psiquiatría
Divina” dice: “Las grandes mentalidades
discuten ideas, la gente mediocre discuten sucesos, y los que tienen mentes muy
pequeñas discuten los asuntos de otras personas”.
3.- Murmuramos porque estamos
ociosos.
Una de las mejores curas para la
murmuración es estar tan ocupada en cosas útiles y constructivas que no tengas
tiempo para preocuparte de los asuntos privados de otras personas.
1 Timoteo 5:13 (RVR1960) 13 Y también
aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino
también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.
4.- Murmuramos porque tenemos el
hábito de murmurar.
Grabarnos mientras hablamos nos haría
comprender como el hábito de la murmuración se ha apoderado de nosotros.
Puedes
consultar el power point de esta sesión basada en el libro "Salón de
Belleza para la Lengua" (Leroy Koopman):
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