El lenguaje sucio se encuentra sin duda en todas partes de nuestra ciudad
o país:
desde el patio de la escuela hasta en
las más altas esferas.
La buena noticia es que Cristo puede limpiar nuestra boca al aplicar sus
enseñanzas en todo lo que puede salir de nuestra “cavidad bucal”.
Pocas personas se
muestran preocupadas por la suciedad de sus lenguas. Hay preocupación por la
“contaminación” del medio ambiente pero no por la “contaminación” de nuestra
forma de hablar.
Algunos versículos
para meditar:
Mateo 15:11 (NVI)
11 Lo que contamina a una persona no es
lo que entra en la boca, sino lo que sale de ella.
Efesios 5:3-4 (NVI)
3 Entre vosotros ni siquiera debe
mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de
avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. 4 Tampoco
debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes
groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de
gracias.
Colosenses 3:8
(NVI)
8 Pero ahora abandonad también todo
esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno.
Corazón y boca
Jesús conectó
nuestro interior (corazón) con el exterior (boca):
Mateo 15:18-20
18 Pero lo que sale de la boca viene
del corazón y contamina a la persona.
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos
testimonios y las calumnias. 20 Estas son las cosas que
contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos.
Lucas 6:45 (NVI)
45 El que es bueno, de la bondad que
atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad
produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.
- Una lengua limpia
muestra reverencia a Dios
Éxodo 20:7 (LBLA)
7 No tomarás el nombre del Señor tu
Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en
vano.
Un “nombre” es más
que una palabra, un nombre representa una persona. Usar mal el nombre de Dios
es mostrar falta de respeto al Dios Santo; es dañar la reputación de Dios.
- Una lengua limpia
es por sí misma una lengua testificante
El empleo de malas
palabras es tan común hoy día que su ausencia distingue a cualquier persona que
habla de un modo correcto.
Es de esperar que
nuestro testimonio cristiano sea más amplio pero la simple ausencia de palabra
sucias hablará de qué clase de personas somos y qué convicciones tenemos.
- Ejercicios de belleza:
Memorizar los
versículos bíblicos recomendados.
No permitir un
lenguaje vulgar en nuestros hogares.
Vindicar el nombre
de Dios o Jesús si se está utilizando de una manera incorrecta.
No atender (ni
repetir) historias “picantes” o sucias.
Puedes consultar el
power point de esta sesión basada en el libro "Salón de Belleza para la
Lengua" (Leroy Koopman):
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