Introducción:
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Estas inspiradoras palabras son del escritor y periodista Eduardo Galeano, pero me recuerdan el poder transformador del evangelio para cambiar el mundo. Pero, ¿cómo lo conseguimos?
1.-
Siendo sal.
Jesús dijo en Mateo 5: 13 13 Vosotros sois la sal de la tierra.
La sal es un alimento de uso común y conocido en la mayoría
de las culturas y Jesús lo usó como ilustración ya que:
- La sal se usa como condimento, da
sabor a lo insípido. Cada seguidor de Jesús debería hacer que este mundo
tuviera mejor sabor ya que somos portadores de esperanza.
- La sal se usa para conservar, en la
antigüedad los alimentos se frotaban con sal para aumentar el tiempo de su
consumo. Así Jesús nos envía al mundo para que no se corrompa por los efectos
devastadores del pecado.
2.-
Siendo luz.
Jesús justo después de decir que sus
seguidores eran sal en la tierra, dijo que también eran luz del mundo. Lo
leemos en Mateo 5:14
14 Vosotros sois la luz del mundo.
Recordamos aquí que nosotros no tenemos luz
en nosotros mismos: “JESÚS ES LA FUENTE DE NUESTRA LUZ”, como él mismo
dijo en Juan 8:12 “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. “
Como la luna refleja al sol, nosotros
permitimos que la luz de Jesús resplandezca a través nuestro, pero ser luz en
un desafío y una responsabilidad.
Quizá nuestra luz es pequeña pero como dice
la conocida canción… “esta pequeña luz la dejaré brillar…”.
Brillamos cuando mostramos el fruto del
Espíritu Santo en nuestras vidas, cuando somos misericordiosos, pacientes,
puros, cuando hablamos la verdad, somos íntegros, respetuosos, fieles a
nuestras promesas… Somos luz cuando compartimos el evangelio con quienes no lo
conocen.
Quizá sea una pequeña luz, pero a medida que
el evangelio avanza y Jesús va iluminando corazones, esa luz llega a lugares
más remotos y oscuros… transformando vidas y comunidades.
3.-
Siendo levadura.
Este tercer desafío Jesús lo presenta a
través de una parábola en Mateo 13:33
33 Les contó otra parábola más: «El reino de los
cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad[a] de
harina, hasta que fermentó toda la masa».
Para que la levadura sea efectiva se requiere de tiempo y
contacto, en este caso con la harina. No vale de nada si tenemos la levadura
por un lado y la harina por otro, conseguiremos una masa fermentada cuando la
levadura está en contacto con la harina. Aquí vemos ilustrado el poder
transformador de lo pequeño.
Y el desafío es que cada cristiano tenga este poder
transformador al estar en contacto con el mundo que le rodea. Estamos hablando
de ser intencionales en ser levadura en las actividades cotidianas donde
pasamos nuestro tiempo. Es cumplir la misión de Dios siendo buenos
trabajadores, buenos compañeros de estudios, buenos vecinos y buenos
familiares. No es apartarnos del mundo sino acercarnos y transformarlo con el
poder del evangelio.
Conclusión:
Este mundo puede ser cambiado, pero para eso los seguidores
de Jesús tenemos que:
- Ser sal.
- Ser luz.
- Ser levadura.
Somos llamados a preservar, alumbrar y transformar, proyectando
y reproduciendo el ejemplo de Jesús en el medio y las circunstancias donde Dios
nos ha colocado.
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