Cuando David
escribió este salmo era rey... pero un rey que estaba huyendo de la sublevación
de uno de sus propios hijos. Los enemigos se le habían multiplicado (v.1) y
para socavar su confianza en Dios le hacían dudar diciéndole que esta vez Dios
no lo salvaría (v.2)
En esta situación
David exclama: "Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo... ¡tú mantienes en
alto mi cabeza!" (v.3). Cuando nos sentimos deprimidos es natural que
nuestra cabeza (y todo nuestro cuerpo) se venga abajo, pero David se sabe
sostenido y vindicado por Dios mismo. Es por eso que en aquellas noches de
incertidumbre él puede descansar: "Yo
me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene"
(v.5)
Dios tiene el
control de cada circunstancia, acudamos a Él siempre, en nuestra noche oscura
también...
"En paz me
acuesto y me duermo,
porque sólo tú, Señor,
me haces vivir confiado."
(Salmo 4:8)
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