Otro de los libros que ya he leído este verano es “La intrépida rescatadora” (la vida de la misionera irlandesa Amy Carmichel).
Me ha fascinado y han sido muchas las cosas que me han llamado la atención. Amy fue una mujer valiente a pesar de su fragilidad física y sus continuas enfermedades. De hecho, una agencia misionera rechazó su solicitud para ir a la China por esta causa, pero ella siguió intentándolo y terminó en Japón. Allí decidió vestirse como las japonesas (con su kimono) para poder compartirles mejor el evangelio. Después fue a la India donde estaría hasta el final de sus días. Allí también decidió vestirse con el “sari” ante la incomprensión de muchos otros misioneros. Creó un grupo de mujeres que se denominaron “El grupo estelar” con el que iba por los pueblos predicando y muchas niñas/jóvenes fueron rescatadas de la prostitución a la que estaban sometidas en los templos hinduistas... La historia es muy conmovedora pero ahora solo quiero resaltar el título de uno de los libros que escribió. Lo tituló: “Las cosas como son”, ya que se había dado cuenta que algunos misioneros solo contaban las historias que tenían “final féliz” y que incluso las “maquillaban”. Ella, en este título, contaba las luces y sombras de su trabajo (por cierto con más sombras muchas veces). El resultado fue que la editorial no quiso publicarlo y le pidió que lo “retocara”, ella se negó y el manuscrito quedó guardado. Pero Dios quería que la gente supiera cómo en realidad eran las cosas, así que tras la visita de unas amigas a la India, éstas se comprometieron a explicar lo necesario que era que la gente supiera la realidad del trabajo misionero en India. Finalmente el libro se publicó, porque “las cosas son como son”, aunque a veces nos gustaría que fueran de otra manera.
Me ha fascinado y han sido muchas las cosas que me han llamado la atención. Amy fue una mujer valiente a pesar de su fragilidad física y sus continuas enfermedades. De hecho, una agencia misionera rechazó su solicitud para ir a la China por esta causa, pero ella siguió intentándolo y terminó en Japón. Allí decidió vestirse como las japonesas (con su kimono) para poder compartirles mejor el evangelio. Después fue a la India donde estaría hasta el final de sus días. Allí también decidió vestirse con el “sari” ante la incomprensión de muchos otros misioneros. Creó un grupo de mujeres que se denominaron “El grupo estelar” con el que iba por los pueblos predicando y muchas niñas/jóvenes fueron rescatadas de la prostitución a la que estaban sometidas en los templos hinduistas... La historia es muy conmovedora pero ahora solo quiero resaltar el título de uno de los libros que escribió. Lo tituló: “Las cosas como son”, ya que se había dado cuenta que algunos misioneros solo contaban las historias que tenían “final féliz” y que incluso las “maquillaban”. Ella, en este título, contaba las luces y sombras de su trabajo (por cierto con más sombras muchas veces). El resultado fue que la editorial no quiso publicarlo y le pidió que lo “retocara”, ella se negó y el manuscrito quedó guardado. Pero Dios quería que la gente supiera cómo en realidad eran las cosas, así que tras la visita de unas amigas a la India, éstas se comprometieron a explicar lo necesario que era que la gente supiera la realidad del trabajo misionero en India. Finalmente el libro se publicó, porque “las cosas son como son”, aunque a veces nos gustaría que fueran de otra manera.
¡Gracias a Amy, porque su vida sigue siendo un ejemplo y de inspiración para mí!
Como habréis observado... ¡os recomiendo la lectura de este libro.!
2 comentarios:
Gracias por la recomendación Eva.
Yo ahora estoy leyendo un libro en inglés y acabo de recibir otro también en inglés... ¡a practicar!
¡Ay Karen, me recordaste el inglés...! ¡Mi asignatura pendiente...! :-(
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